Escucho seguido, en mis consultorías, a personas que crean la vida, el trabajo o negocio que pueden, dejando de lado lo que de verdad quieren. ¿El motivo? Construyen desde el hoy, desde su punto de partida, en definitiva, desde ese lugar en el que ya no quieren estar. Cuando creamos el futuro con el foco en la línea de largada, empezamos en desventaja porque, sin darnos cuenta, estamos limitándonos. Entonces, ¿cuál es el camino?
Cuando queremos alcanzar una meta, lo mejor es visualizar eso que deseamos, así como indagar en nuestro propósito. ¿Qué te lleva a querer lograr esa meta? Alejarnos de “lo que esperan de mí” o “lo que tengo que hacer” y conectarnos con lo que queremos en lo más profundo de nuestro ser. Sin embargo, es muy frecuente que, incluso sabiendo adónde queremos llegar, sigamos poniendo nuestra atención en el lugar de donde partimos, donde ya no queremos estar más o, a veces, hasta queremos huir. No hay manera de encontrar la salida si miramos para atrás, en lugar de enfocarnos en la línea de llegada.
Cuando vamos de menor a mayor -es decir, partimos del “hoy puedo esto, ya iré creciendo hasta llegar al objetivo”– estamos creando lo que podemos, eso que las circunstancias, las creencias y el contexto nos permiten y que, al mismo tiempo, nos limitan. Cuando pensamos en grande, visualizamos lo que queremos y logramos ver el resultado exitoso, empezamos a crear desde lo que queremos, desde nuestra meta.
Te lo cuento con un ejemplo simple y claro. Si estás participando de una carrera de autos y vas en el tuyo a máxima velocidad, la única manera de llegar a la meta es concentrarte al 100% en mirar para adelante. ¿Por qué? Si mirás para atrás, al punto desde el cuál saliste o hacia los costados, te desvías del camino o chocás antes de llegar a destino.
Por eso siempre digo que hay que mirar la meta, porque cuando construimos desde lo que queremos, lo hacemos de forma alineada con nuestro deseo, sin desviarnos. De esta manera, podemos recorrer un maravilloso camino para descubrir nuestras capacidades, energía y empuje. Esto aplica a negocios, a empresas, a carreras profesionales o, incluso, a relaciones o vínculos. Cuando tenemos realmente en claro lo que queremos, ya no negociamos con lo que podemos, lo que nos toca, o con eso que nos limita.
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¡Es hora de hacerte consciente de tu meta e ir por ella!
Quiero darte un ejemplo práctico del camino que te invito a recorrer para alcanzar esa meta que deseás.
Lo primero es identificar eso que querés, ese estado ideal para vos. Por ejemplo: “quiero ser la próxima CEO de la empresa”, “quiero ser el próximo líder del proyecto” o “quiero emprender y ser exitos@”. Es muy importante que te visualices en esa situación concretada al 100% y que puedas tomar nota de cómo te sentís ahí, quiénes están con vos, qué ropa tenés puesta, qué perfumes sentís en el ambiente. ¡Cuando más detalles puedas visualizar, mejor!
Luego de esa visualización, respondé: ¿qué necesito para llegar a ese estado ideal? Es importante que te enfoques en esa meta y evites pensar en lo que podés hoy. ¡Olvidate del hoy! Respondé sin limitaciones. Posibles respuestas: necesito clases de inglés, aprender a hablar en público, capacitarme en gestión de recursos, aprender a liderar un equipo, etc.
Lo siguiente es pensar en qué vas a hacer para conseguir todo eso, ponerte una meta realista de tiempos y plazos y ¡creá ese lugar al que querés llegar! Pensá en qué tenés que hacer (y qué tenés que dejar de hacer) de ahora en más para alcanzar tu objetivo. También pensá qué obstáculos se te pueden presentar y cómo podés sortearlos, en caso de que aparezcan. Incluso, pensá si vas a necesitar ayuda, de qué tipo y de quién.
Visualizá en grande, planificá acorde a tu meta y deseo, tené siempre a la vista eso que querés, y volvé a preguntarte todo esto cada vez que alcances esas pequeñas metas que te vas poniendo en el camino y que te ayudan a llegar a tu objetivo.
Te acompaño a crear la empresa, carrera profesional, negocio o vida que querés. Solo necesitás una decisión y ¿sabés qué? Esa decisión depende únicamente de vos. ¿Qué estás esperando?